Recientemente tuve una nueva metida de pata.
Siempre trato de ser simpática con las mujeres embarazadas y, hace un par de meses, queriendo comprar un número del Pozo Millonario, fui a la isla de la Lotería, que está en el segundo piso del Mall del Sol, mientras la persona me atendía, al ver su prominente abdomen, muy sonriente y amable, y con voz de alegría compartida, le pregunté:
-"Cuántos meses tiene?"
Entonces, antes de tener su respuesta, sentí en su mirada toda la molestia que se puede sentir por un comentario fuera de lugar, e inmediatamente, escuché su voz que dijo:
-"No estoy embarazada, soy gorda".
Por supuesto que quise salir corriendo, y sin pensarlo, o me imagino que mi subconsciente pensó que iba a "arreglar" la metida de pata, escuche mi voz decir:
-"No, usted no es gorda, está barrigona"
Otra vez la misma mirada o, mejor dicho, una mirada con ganas de desaparecerme:
-"Bueno, estoy barrigona".
Aunque no lo dijo, por su tono de voz, debe haber pensado: -"Y a usted no le importa"...
Pagué, agarré mi número, agradecí, y, en lugar de salir corriendo, fui a buscar a Carmen, para que vea a la señorita y me diga si le parecía embarazada o no.
He regresado unas cuantas veces más, con diferentes personas, dando vueltas por la isla para escuchar otra opinión, y no he conseguido a nadie que esté de acuerdo conmigo, lo que me hace entender la molestia que causé.
A veces sucede que hacemos sentir mal a otras personas sin querer.
ResponderEliminarMaggy
Pero eso de volver y volver y volver a contemplarla ..., ya lo tuyo es premeditado.
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