Bruno

Creo que hoy, todos los que me conocen, saben quien es Bruno. 


Llegó a casa hace tres años, no porque yo lo hubiese querido, sino porque Carmen se dejó engañar por Paula, quien prometió que ella se haría responsable de él, pero terminó siendo una responsabilidad más para su ya complicada vida, mientras Bruno fue ganándose a cada una de los integrantes de ésta especial familia.

Me imagino que, al igual que todo perro, sabe cómo ganarse el corazón de las personas con quienes vive y, más allá de las travesuras iniciales llevadas por su juventud, o los momentos cuando por no "sacarlo" hace sus gracias en la casa, está esa entrega a cada uno, porque con su mirada tan amorosa y sus ladridos que realmente comunican el amor, entrega y fidelidad para los humanos, yo terminé siendo conquistada y él se convirtió en "alguien especial", ocupando un lugar muy importante en mi corazón.


Siempre vienen a mi memoria los que ya no están: Billy, nuestro perro que aprendió a abrir la puerta con su hocico, y acompañaba al vecino a comprar pan para recibir su recompensa, y algunas veces fue el responsable de los destrozos ocasionados por nosotros; Bombita, la perra de los Orellana, siempre saltando como si quisiera demostrar lo feliz que era con ellos; Penny, la refinada, que llenó de felicidad a Myrna y Arturito, y que más de una vez acompañé en sus paseos nocturnos, y permitió que durmiera en la cama de su "madre", ocupando un sitio arriba de mi cabeza. 


Coby, el golden retriever de los Arellano, que, depués de muchos años, fue reemplazado por Zucker; los famosos Oliver y Boris, que viven dos vidas muy diferentes en una misma casa.  


Todos y cada uno, ocupan un lugar muy importante en la vida de nosotros.



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